La felicidad.

Ahora que ha llegado el nuevo año es cuando afloran en nuestra vida los propósitos de cambio, los nuevos proyectos. Es un buen momento para pararse y pensar, para ver si estamos en el camino elegido, para elegir en una encrucijada. Es un buen momento para analizar nuestros logros, nuestros estancamientos y nuestros despropósitos.

Yo hoy hago hincapié en los logros.

¿Has pensado en todo lo que vas consiguiendo en la vida? Pasan por mi mente las fuertes emociones de aquellos momentos en los que decides conseguir algo. Liberas duras pruebas, combates largas batallas -unas ganadas y otras perdidas- hasta conseguir tu propósito.

Hoy hago hincapié en cómo se ve el camino desde la cima.

La vida es como un videojuego -siempre lo diré. Aquella primera pantalla que te parecía imposible superar, digna de que mereciera la pena enviciarte hasta conseguirla -veías a tus amigos por la cuarta o la quinta y te parecía inimaginable, inalcanzable-, hoy la ves desde la distancia, como algo fácil, sin mérito alguno.

Ahora te pasa lo mismo con la segunda, la tercera, la cuarta,…. la veinte, la treinta, la cuarenta. ¿Cuándo llegará esa pantalla que sacie tu sed de superarte, tus ansias de alcanzar más y más? Es entonces cuando sólo aspirarás a llegar al fin del jueg0, a la última pantalla; y es entonces cuando verás que no vale la pena volver a jugar a él, o al menos no volverás a jugar nunca con la pasión inicial, con el mismo vicio, ni con el ansia de los primeros pasos.

Nuestra vida es como ese videojuego inalcanzable que se va escalando día a día y cuyos caminos difíciles y pedregosos no lo parecen tanto vistos desde arriba, desde las metas ya alcanzadas. ¿Cuándo acabaremos de emprender y conseguir nuevas metas? ¿Cuándo alcanzaremos esa pantalla final, el fin de nuestras metas o perfección, que sacie nuestras ansias de felicidad?

Todo esto ya lo pensó Machado de manera más poética.

Yo hoy desde la piedra en que me he sentado, situada en la mitad de la ladera de la montaña, miro no el camino recorrido, sino hacia los lados, para ver a todos cuantos están mirando su sendero recorrido, la piedra alcanzada o la cima por alcanzar.

A ellos me dirijo: ¿Sentís, como yo, que por mucho que hayáis alcanzado, no se ha saciado vuestra sed, ni calmado vuestras ansias? ¿Cuándo dejaremos de luchar?, ¿cuándo de sufrir?, ¿cuándo de esperar? ¿Cuándo alcanzaremos la felicidad plena?

A todo esto ya contestó Machado de manera más poética.

Si logré dejar de mirar hacia abajo, quizá llegó el momento de dejar de mirar hacia arriba para empezar a mirar a los lados, a dejar de perseguir la gloria y entregarme de manera desinteresada, amorosa, a esos mundos sutiles, ingrávidos y gentiles como pompas de jabón, que comparten mi camino -el que hago al andar- sin dejar en la memoria de los hombres mi canción.

2 Responses to La felicidad.

  1. Sólo con ver una pequeña luz que nos indique el camino podemos ser felices. Y la luz está en nuestro interior. Felicidades, Manolo

  2. Engel dice:

    Me ha encantado tu símil 🙂

    Y a pesar de que nunca dejaré de ser Drama Queen me tomaré las cosas de ahora como una pantalla más 😉

    Un beso

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